jueves, 26 de marzo de 2009

MAR DE ARAL.

los atlas describían el mar de Aral del Asia Central como el cuarto lago más grande del mundo. Alimentado por dos ríos importantes -el Amu Darya en el sur y el Syr Darya en el norte- abarcaba una superficie de 66 mil kilómetros cuadrados, con un volumen total calculado en más de mil kilómetros cúbicos. Sus aguas proporcionaban a las pesquerías locales una captura anual de 40 mil toneladas, y los deltas de sus principales tributarios alojaban docenas de lagos menores y pantanos con gran variedad biológica, así como una superficie de 550 mil hectáreas de tierras húmedas.
Un estudio reciente de fomento del riego en 15 países de la antigua Unión Soviética, elaborado por la Dirección de Fomento de Tierras y Aguas del Departamento de Agricultura de la FAO, documenta cómo el mar de Aral se convirtió en desastre ecológico, y cómo se podría rescatar hoy de un mayor deterioro, aunque nunca recuperar del todo.
En los años 60, los encargados de la planificación asignaron al Asia Central la función de proveedora de materias primas, sobre todo algodón. Dado el clima árido de la región, la irrigación era obligatoria, y el mar de Aral y sus tributarios parecían un manantial inagotable. El fomento del riego en la parte soviética de la cuenca del mar de Aral fue espectacular, se pasó de una superficie de 4 500 millones de hectáreas en 1960 a casi siete millones de hectáreas en 1980. La población local aumentó rápidamente, pasó de 14 millones a cerca de 27 millones en el mismo periodo, y el total de agua extraída casi se duplicó a 120 kilómetros cúbicos, de los que el 90 por ciento se destinaban a la agricultura.
La consecuencia fue lo que los expertos en recursos hídricos denominan "alteración del balance hídrico predominante" en la cuenca del Aral. También se explotaron en exceso diversos tributarios menores, hasta que dejaron de contribuir directamente a las corrientes del Amu Darya y el Syr Darya. La baja eficiencia del riego -por la falta de recubrimiento de los canales y los deficientes sistemas de drenaje- produjo graves inundaciones y salinidad de los suelos, que llegaron a afectar al 40 por ciento de las tierras irrigadas. El exceso de aplicación de plaguicidas y fertilizantes contaminó las aguas superficiales y los mantos freáticos, y los ecosistemas de los deltas sencillamente murieron. En 1990 más del 95 por ciento de los pantanos y tierras húmedas se habían convertido en desiertos, y más de 50 lagos de los deltas, con una superficie de 60 mil hectáreas, se habían secado.


Desertificación y cambio climático.
El mar de Aral también se está secando, su nivel ha disminuido de 53 metros sobre el nivel del mar a 36 metros, su superficie se ha reducido a la mitad y su volumen tres cuartas partes. Hoy en día, este lago sobrevive en tres secciones: el mar Menor o del Norte en Kazajstán, el mar Central y el Occidental, situados casi por completo en Uzbekistán. El contenido mineral de las aguas del Aral se ha cuadruplicado a 40 gramos por litro, lo que impide sobrevivir ahí a la mayor parte de las variedades de peces y fauna silvestre locales. En 1982 dejó de practicarse toda pesca comercial, la captura actual es insignificante, y comunidades enteras de pescadores hoy carecen de empleo. Las antiguas aldeas y poblaciones ribereñas actualmente se encuentran a 70 killómetros de las orillas del lago. La parte que ha quedado descubierta del lecho del lago está compuesta sobre todo de vastos trechos de sal, y el viento se lleva una cantidad estimada de entre 15 y 75 millones de toneladas anuales de esa arena y ese polvo, contaminados de plaguicidas, a distancias hasta de 250 kilómetros.
El estudio de la Dirección de Fomento de Tierras y Aguas afirma que la disminución de la superficie del mar de Aral ha modificado el clima circundante, ahora más continental, con veranos más breves y calientes, sin lluvia, e inviernos más prolongados, más fríos y sin nieve. El periodo de crecimiento de los cultivos se ha reducido a una media de 170 días al año, mientras que las tormentas de polvo se desatan más de 90 días por año.
Las comunidades afrontan abrumadores problemas de salud. En Karakalpakstán, el agua potable es salina y está contaminada, con un alto contenido de metales -como estroncio, zinc y manganeso- que producen enfermedades como la anemia. En los últimos 15 años la bronquitis crónica ha aumentado 3 000 por ciento, al igual que las enfermedades de los riñones y el hígado, especialmente el cáncer, mientras que las artritis han aumentado 6 000 por ciento. No resulta sorprendente que la mortandad infantil sea una de las más elevadas de todo el mundo

La hidrología regional.
Ya desde 1982 el gobierno trató de elaborar un modelo de aprovechamiento de los recursos hídricos para las cuencas de los ríos Syr Darya y Amu Darya, y fijó estrictos límites a la explotación del agua. Poco después se formaron dos organizaciones de explotación de los recursos hídricos de la cuenca para la administración y mantenimiento de la principal infraestructura hidráulica y supervisar el consumo de agua. Al finalizar el periodo soviético, cinco nuevos estados independientes del Asia Central establecieron una comisión mixta de coordinación de los recursos hídricos para regular la distribución de agua en la cuenca y consolidar la posición de los distintos países para adoptar una política hidrológica regional. Numerosas organizaciones internacionales y organismos bilaterales están colaborando en la preparación de dicha política, y se están realizando estudios regionales y proyectos experimentales para producir un nuevo planteamiento de explotación del agua, además de haberse establecido el Fondo Internacional para el Mar de Aral y el Consejo Interestatal del Problema del Mar de Aral, para coordinar regionalmente estas iniciativas.
Pero ¿qué se está haciendo ahora para rescatar el mar de Aral, por lo menos para impedir que se siga degradando? Entre las propuestas que actualmente se están estudiando está la transferencia de agua del mar Caspio al mar de Aral. Se prevé -y en parte ya se está llevando a cabo- aprovechar mejor el agua de drenaje y las aguas residuales de la agricultura, e introducir cultivos más tolerantes a las sales. Se están utilizando de nuevo directamente para riego cerca de seis kilómetros cúbicos de aguas agrícolas de drenaje y residuales, y 37 kilómetros cúbicos anuales vuelven a las depresiones naturales o a los ríos, donde se mezclan con el agua dulce y se pueden utilizar de nuevo para riego y para otros fines.
Aunque estas medidas de mejoramiento han permitido seguir fomentado la irrigación, se consideran insostenibles. Las cinco repúblicas del Asia Central han decidido concentrarse ahora en la gestión de la demanda, con el propósito de reducir la explotación hídrica por hectárea y elevar la eficiencia global de la irrigación, lo que supone rehabilitar los canales y recubrirlos para reducir la filtración, y reglamentar su uso para programar mejor el riego. El objetivo principal sigue siendo satisfacer la demanda de agua de la agricultura y, en vista de la limitación del financiamiento disponible, las medidas se aplicarán gradualmente y dependerán en su mayor parte de la ayuda internacional.
Muchos países han establecido cuotas al consumo de agua y multas por exceso de consumo hídrico para la agricultura, y han dejado a los agricultores la responsabilidad de decidir qué cultivos han de producirse en los sistemas de riego. A consecuencia, los cultivos que más exigen irrigación -el arroz en Kazajstán y el algodón en Turkmenistán y Uzbekistán- se han sustituido parcialmente por otros que consumen menos agua. Estos cambios pueden contener la reducción del agua, pero hacen más difícil planificar y supervisar la distribución de los recursos hídricos.

Prospectivas.
Desde 1990 se ha avanzado mucho. La reducción total del agua en la cuenca se ha estabilizado en alrededor de 110 a 112 kilómetros cúbicos por año (en 1965 eran 65). Con todo, hace falta mejorar todavía esta situación para satisfacer la demanda cada vez mayor de los nuevos usuarios de los recursos hídricos.
Se ha calculado que tendrían que llevarse por lo menos 73 kilómetros cúbicos anuales de agua al mar de Aral, durante por lo menos 20 años, para restablecer su altura de 1960, de 53 metros sobre el nivel del mar. Los gobiernos de los países ribereños lo consideran un "objetivo no realista". Otras opciones más factibles incluyen la estabilización del lago en su nivel de 1990 (38 metros), con un aflujo total de aproximadamente 35 kilómetros cúbicos por año. Sin embargo, esto no pondría fin al degrado ambiental ni a la desertificación del fondo lacustre que ha quedadoa la intemperie. Existe otra propuesta de restablecer la sección norteña del lago a una altura de entre 38 y 40 metros sobre el nivel del mar, para lo cual hace falta descargar por lo menos entre 6 y 8 kilómetros cúbicos en esa parte del mar de Aral durante los próximos cinco años.
En el delta del Amu Darya y en la parte occidental del lago se producen efectos prometedores. Desde 1989, un proyecto de Uzbekistán ha venido utilizando un sistema colector de drenaje para llevar más agua al delta. Estas aguas, combinadas con el agua dulce, llenan los lagos poco profundos y han permitido restablecerse a la flora y la fauna silvestres en las zonas que habían abandonado, además de que así se detiene la erosión del lecho lacustre que había quedado a la intemperie. Otra consecuencia de este proyecto ha sido el aumento de la pesca anual, que en 1993 fue de cinco mil toneladas, en comparación con las dos mil toneladas de 1988.
Como los recursos hídricos de la cuenca ahora son relativamente estables, o disminuyen ligeramente por el cambio climático, hace falta tomar medidas para rescatar toda el agua adicional que llega al Aral del consumo actual de río arriba. El estudio del DA de la FAO afirma que se necesita un gran programa para reducir la pérdida del líquido en los ríos y canales, sobre todo para dotar a éstos de recubrimiento y automatizar la distribución del agua, impedir la expansión del riego y generalizar la microirrigación y otras técnicas de ahorro de agua en las zonas actualmente irrigadas, reorientar directamente al lago el agua de drenaje y la que se filtra de los depósitos y los canales, y devolver también la fracción de aguas no consumidas desviadas a los sistemas de riego. Según el Banco Mundial, la introducción de programas de aprovechamiento hídrico también contribuirían a economizar recursos hídricos.


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